Cómo rabian los amigos de la Transición, esos que se han tragado enterito el discurso oficial de los medios manipulados. Es triste que deba ser así, pero en la rabia de los oficialistas está precisamente el acierto de Monedero: salirse del camino marcado al rebaño y proporcionar herramientas para replantearse lo que nos han contado como verdad absoluta.
Por suerte, el tiempo de gloria de la farsa llamada Transición ya está acabando. El espíritu crítico de gran parte de la gente comienza a despertar del letargo, y buena parte de las nuevas generaciones vienen ya libres de lastres mediáticos e injertos franquistas en sus preclaras mentes demócratas.
Suárez, descansa en paz. Pero agradecimientos, ninguno.